La corriente positivista filosófica de Auguste Comte tuvo un papel hegemónico en la conformación del estado argentino, y en el desarrollo de la ciencia psicológica a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Esta corriente afirma que el conocimiento proviene de lo observable, se sostiene a través de una objetividad científica y rechaza cualquier conocimiento previo a la experiencia. En los laboratorios experimentales, el científico adopta una posición neutral respecto a sus valores, excluyendo elementos subjetivos en el estudio de un objeto. Sus explicaciones se caracterizan por el uso de la lógica, la observación, la experimentación y control. Esta ideología es el núcleo central del régimen conservador argentino para establecer un orden sobre el caos que había en la sociedad, producida por la gran inmigración masiva. Este período abarca desde el año 1880 a 1916 y se denomina Democracia de Participación Política Restringida. El progreso económico se caracteriza por el modelo liberal agrícolo-ganadero, exportando bienes primarios a las industrias europeas; el social por el crecimiento demográfico en las ciudades por la masa de inmigrantes; y el político por la restricción política de los inmigrantes y la creación de instrumentos institucionales (Rossi, Ibarra y Ferro, 2013). Estos últimos eran escuelas, hospitales y cárceles, que abordaban la problemática de inserción laboral, salud y educación. Desde el contexto universitario los preprofesionales en psicología debían encargarse de estudiar y diagnosticar estos fenómenos sociales. Bajo el criterio clínico-criminológico, se realizaron diagnósticos para diferenciar lo normal de lo patológico, lo clínico, lo criminológico, y establecer un equilibrio socio-político. Se llevaron a cabo en el Laboratorio Experimental fundada por Horacio Piñero en el año 1902 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Utilizaron aparatos de medición y promovieron una ciencia psicológica positivista y organicista. Al respecto, Rossi (2001) afirma:
“En la universidad predomina una concepción de la psicología como ciencia objetiva, positiva y natural y de fundamento fisiológico o neurológico. Se respalda en la validez experimental del laboratorio, en los enfoques patológicos dentro del ámbito clínico y en los genético-funcionales en el área criminológica”.
De esta manera, el positivismo interpreta los signos del progreso como resultado de una ley natural del conocimiento. Su fin es evolucionar, adaptar y absorber a la sociedad para que incorporen una conducta pasiva y manipulable.
En este período, los ámbitos de aplicación de la psicología quedan definidos como experimentales. En 1899 H. Piñero estableció el Laboratorio de Psicología Experimental en el Colegio Nacional de la Universidad de Buenos Aires. En el año 1902 en la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo de la enseñanza de la Psicología Fisiológica y Experimental, equipa el laboratorio con aparatos de mediciones sensoriales de Wundt (Rossi, 2001). Tanto H. Piñero como J. Ingenieros señalaban que los tres enfoques de base en esta nueva psicología eran la observación clínica, la investigación experimental y la divulgación y enseñanza científica en las cátedras. Mediante el método patológico de la clínica francesa, realiza diagnósticos y derivaciones institucionales de asistencia y contención. Los criterios clínico-criminológicos son controles sociales de contención y diferencian lo sano, es decir la adaptación, de lo patológico, es decir la dificultad de integración laboral. Diferencia la enfermedad y la delincuencia y lo clínico de lo criminológico que determina la derivación a instituciones como cárceles u hospicios. En relación a este criterio, siguiendo a Sturla, P. en el año 1899 se creó la Sala de Observación de Alienados donde el objeto de estudio eran los vagos, prostitutas, anarquistas y lunfardos. Los criterios diagnósticos diferenciaban a los alienados de los delincuentes, se evaluaba la combinación de las características morfológica-fisionómicas y psicológicas del delincuente que permita delimitar su peligrosidad y grado de responsabilidad del delito. El criminal era un individuo biológicamente distinto y el delito era un fenómeno determinado por fenómenos biológicos y sociales, considerando a la pena como un medio de eliminación de las conductas antisociales. Por otro lado, Sturla, P. agrega que en el año 1907 J. Ingenieros crea el Instituto de Criminología donde se juzgaban comportamientos que eran considerados peligrosos, que se ubican entre la locura y delito. Allí las personas eran observadas, diagnosticadas y derivadas a un determinado instituto. En comparación con el método experimental de la Sala de Observación de Alienados, este se basó en un método genético que evaluaba las funciones psicológicas y buscaba su origen y desarrollo a lo largo de la filogénesis. Sobre esta base se construyeron los primeros laboratorios de psicología experimental, donde se estudiaron los fenómenos psíquicos como actos fisiológicos. Para J. Ingenieros la criminología abarca tres ejes de trabajo: el primero la etiología criminal, que estudia las causas determinantes de los delitos; el segundo la clínica criminológica que estudia la manifestación del delito y los caracteres fisio psíquicos del delincuente; y por último la terapia criminal donde se estudia las medidas sociales o individualizadas de profilaxis y represión de la criminalidad. Los problemas que intentaron resolver fueron la inmigración y el déficit de inserción laboral. Esto podía afectar a la sociedad generando sectores marginales, pobreza y la posibilidad de un clima de lucha por reivindicaciones sociales y políticas. El desviado es diagnosticado como un ser inferior que presenta una patología que debe ser curada a partir de los procesos de normalización. Este proceso de normalización se vincula específicamente al encierro institucional (cárceles, institutos psiquiátricos, etc.) que deberán corregir al desviado. Es por esto que la inmigración, la pobreza y la niñez abandonada son objetos de observación, prevención y control del régimen conservador, ya que pueden atentar contra el orden y progreso. Ambos institutos se relacionan en que tienen un enfoque naturalista científico y diagnostican a todos los sujetos considerados como una amenaza para el orden social, ya que se la entendía como un sistema orgánico en el cual el crimen es un elemento a ser extirpado.
En el año 1902, J. Ingenieros en plantea uno de sus primeros archivos la consideración criminológica que hace del delito. Se opone a la Escuela Clásica del Derecho Penal porque no considera las condiciones orgánicas y mesologicas del delito, sino que es un simple hecho jurídico. De acuerdo con R. Falcone y U. Kirsch, dicen:
“Ingenieros fundamenta su posición en que debe evolucionarse hacia una concepción que logre comprender nuevos criterios cimentados en la observación de los hechos y que tome en cuenta los avances de las ciencias biológicas y sociales y las nociones fundamentales del evolucionismo y el determinismo “.
Así, se le da importancia al medio donde se desarrolló el delito y a la constitución fisio psíquica.
De esta manera, el enfoque de la antropología criminal de la Sala de Observación de Alienados fue modificada por una psicología y sociología del delincuente, donde la causa social prevalece sobre la herencia biológica en relación con la degeneración. El objeto de la psicopatología es la personalidad del delincuente, más que sus características físicas, y la intervención en la sociedad. Sin embargo, en relación al criterio clínico- criminológico J. Ingenieros le atribuye al delincuente y alienado una etiología común, congénita y degenerativa donde prevalecen los criterios organicistas de la psiquiatría positivista.
La creación de estas instituciones y el desarrollo de una psicología experimental fue de suma de importancia para el periodo conservador para buscar un orden y progreso, y curar lo que era considerado como anormal o patológico, para sanar a la población.
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